La desgarradora confesión de Lola Índigo sobre una de las peores etapas de su vida: "Me quedé seca"
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Lola Índigo siempre ha sido una abandera del body positive. La artista, de 30 años, siempre ha mostrado la cara B de la fama, donde suelen estar los prejuicios y las personas que, tras un perfil falso en una red social, se dedican a criticar tus inseguridades. Sin embargo, ella siempre ha defendido la naturalidad y en pocas ocasiones, de hecho, la hemos visto con filtros en las redes sociales. Ahora, en el documental de 'Lola Indigo: La Niña', ha hablado como nunca de esos complejos.
"Me gusta hablar de estas cosas para que, si alguna niña me está viendo, sepa que al final siendo genuinamente tú y queríendote muchísimo, inspiras a mucha más gente. Si luchamos entre todas por la variedad de la belleza que está en toda la belleza y en todas las personas, pues será mejor para todas, al final alguna semilla se queda y todos los días tienes que trabajar para ahuyentar ese fantasma", ha dicho en este documental.
No obstante, para llegar a este punto, Mimi ha tenido que pasar por un largo proceso de autoconocimiento, donde no todo ha sido un camino de rosas y donde la ansiedad ha estado presente. "Me mataba de hambre. Cuando llegué a Los Ángeles iba a muerte... me saqué los bonos ilimitados de dos escuelas y me hacia igual cinco clases de hora y media cada día. Una locura... me quedé seca, seca, seca. Mi snack era una zanahoria, me volví loca con mantener el cuerpo que había conseguido... y me quedé en los huesos", ha reconocido.
Sin embargo, parece que esa niña, influída por los "qué guapa estás", al haber perdido peso, decidió pedir ayuda y refigiarse en su mayor pasión, la música. "No sé, llegó un punto en el que me fui recuperando poco a poco. También empezar a cantar supuso un cambio muy fuerte, porque empecé a trabajar por quién era yo y no tenía que pasar un casting, porque ya hacía música como Lola Indigo. Ya no tenía que adaptarme a ningún canon de belleza".
Además, la artista ha querido hacer un guiño a las redes sociales, donde las comparaciones están a la orden del día. "Tienes filtros de Instagram, aplicaciones de retoque... y un montón de gente en la que fijarte y con la que compararte, y es normal que las chavalas se vuelvan locas. Hay que cambiar las cosas y yo soy un referente de una chica normal, que a veces tiene su tripita y a veces no, y mi cuerpo es cambiante. Si alguna niña me ve, ve que es natural que tu cuerpo esté cambiando, porque además las mujeres tenemos un montón de procesos hormonales".