'30', el álbum más ecléctico de Adele con una desgarradora dedicatoria a su hijo, Angelo

Adele presenta este viernes '30', su nuevo álbum

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18 nov. 2021 7:11Actualizado 07:12

Adele no es una artista de 'singles', sino de esas a las que les gusta vender un concepto global del trabajo que han realizado durante un tiempo determinado. En su caso, no sabemos cuánto ha dedicado a la creación de cada una de las 12 canciones de las que se compone '30', el disco que sale al mercado este viernes, 19 de noviembre, y que en CADENA 100 tuvieron el provilegio de escuchar, junto a un reducido número de periodistas, antes que nadie en nuestro país en la tarde del pasado martes. Allí, más allá de comprobar que era completamente cierto eso que advirtió la propia cantante en su Instagram semanas atrás, que estaríamos ante un "laberinto de desorden", también nos dimos cuenta de que seis años sin novedades de ella son muchos. Demasiados. A la vez de que, no cade duda, muchos de los cambios que ha realizado desde que desapareciera artísticamente, más allá de los físicos, han quedado reflejados en el que es su álbum más ecléctico hasta la fecha.

Quizás, el más significativo, ese de la maternidad que queda plasmado con un desgarro inusitado en 'My Little Love'. Dedicado a Angelo, su hijo, el registro soul en el que se instala en ciertas partes, rompe con ese audio que inserta dentro de la canción, teniendo un intercambio de pareceres con un niño al que le llega a pedir perdón antes de que su voz, esa misma que le ha servido para maravillar al mundo, se quiebre y termine desatándose la tormenta del llanto. Adele, es humana. Y no le importa ofrecer esa cara a los millones de potenciales oyentes a cuyos oídos vaya a ir a parar esta canción. Por cierto, que el hecho de que tres de los títulos tengan al amor como parte más o menos protagónica -a este 'Mi Little Love' hay que añadir 'To Be Loved' y 'Love Is a Game', que son el cierre de este trabajo-, es otra de las pinceladas de cómo se encuentra. A veces, en los detalles y los matices hay más información de la que pudiéramos creer.

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Contrastes y registros

Adele ofrece una variedad de géneros entre los que se va moviendo con sutileza a lo largo de un disco que va de menos a más en cuanto a ritmos de esos que invitan a que se vayan solos los pies, desde esa primera pista hasta la mitad del álbum, para regresar a ritmos más melódicos, más evocadores, menos enérgicos que 'Cry Your Heart', 'Oh My God' y 'Can I Get It', donde la percusión, con el bombo llevando la batuta en muchos tramos -en la última de estas canciones, hay ciertas reminiscencias a su mítico 'Rolling In The Deep'-. Un subidón en medio de la suavidad del piano, que también tiene su peso dentro de una creación donde hay hueco para pinzar las cuerdas de la guitarra -tanto en la mencionada 'I Can Get It' como en 'Woman Like Me', la encontramos con un espacio fabricado a medida-.

También los coros, con una presencia más que significativa en más de un tema, son una característica que puede despistar al seguidor habitual de una Adele que, seguramente, midió mucho que 'Easy On Me' fuese el primer -y hasta la fecha único- 'single' de esete 30 con el que se reencuentra con su público. Del recuerdo al 'soul' de 'Strangers by Nature' -con la que se abre el disco- o, incluso, ese 'My Little Love' que tiene ese destinatario claro ya comentado a los recuerdos lejanos del 'reagge' en 'Cry Your Heart Out'. Y puede que, de entre todas estas creaciones, la última, el ya mencionado 'Love Is a Game', sea el menos habitual en los sonidos a los que tenía habituados en ella. Una canción de cine, de esas que bien recuerdan a las bandas sonoras de aquel Hollywood de los años dorados.

Para entenderla hay que escucharla. De arriba a abajo. Analizar cada una de estas piezas que no se entienden sino dentro de su conjunto. Porque, efectivamente, Adele es una artista de disco. Como este que firma y que lleva un sello muy característico, el de esa voz inconfundible que no ha perdido ni un ápice de fuerza a pesar de su espectacular cambio físico, pero en el que se permite la licencia de experimentar. Y esa es la verdadera grandeza de '30'.